Si cada día, desde el momento que entras en tu trabajo, recibieras golpes, cumplirías tus obligaciones laborales con miedo. Así es como llega a sentirse una víctima de acoso psicológico en el trabajo (ATP), acoso laboral o mobbing. La diferencia es que los golpes suelen ser invisibles, pero no por ello dejan de constituir un problema de salud con distintos grados de gravedad.
Un estudio de la Asociación contra el Acoso Psicológico y Moral en el Trabajo señala que el 15% de los trabajadores en España sufre acoso laboral. Por otro lado, una de las autoridades más referenciadas en este tema es Iñaki Piñuel, director del barómetro Cisneros. En uno de sus estudios, se determina la prevalencia de este fenómenos en función del tipo de mobbing:
- Descendente. Es el que ejerce una jerarquía de mando de la empresa sobre una o varias personas que están a su cargo. Afecta al 70% de los acosados.
- Horizontal. Es el que se da entre compañeros. Afecta al 12% de los acosados.
- Ascendente. Es el que se ejerce sobre los mandos superiores desde las personas a las que coordina. Afecta al 9% de los acosados.
Qué consecuencias para la salud tiene el acoso laboral
Como hemos apuntado al principio, hay distintos grados de afectación que dependen de varios factores. Uno de ellos sería las características de las personas implicadas, tanto de la que sufre el acoso como de quienes lo ejercen. Otro se refiere al tipo de empresa y de puesto que ocupa la persona acosada; si despedirla es complicado (funcionariado o puestos muy estables), las que la agreden intentarán provocar su marcha por voluntad propia. Por último, un factor determinante en cualquier tipo de maltrato: la continuidad en el tiempo.
Teniendo en cuenta todas estas variables, estas son las consecuencias para la salud que puede tener el acoso laboral sobre una persona:
- Ansiedad, con sensación de fracaso e impotencia para llevar a cabo acciones voluntarias.
- Dispersiones cognitivas, como problemas de concentración, dificultad a la hora de prestar atención o incluso lapsus de memoria.
- Trastornos psicosomáticos, que son los que presentan un síntoma físico, aunque el origen es psicológico. Por ejemplo, úlceras gastroduodenales y procesos infecciosos.
- Alteraciones en funciones vitales básicas, como en el sueño o en la alimentación.
- Trastornos en la conducta psicosocial que agravan la salud mental de la víctima. Se muestra más susceptible, irritable, desconfiada e incluso agresiva, lo que empeora su relación con el entorno.
- Aumento de los accidentes laborales. Por un lado, pueden ser causados por la dispersión cognitiva que sufre la persona. Por otro lado, pueden provocarlos ella misma intencionadamente, pues prefiere una baja a sufrir un día más de agresiones. Un tercer motivo puede ser la desatención intencionada de la empresa e incluso la provocación de pequeños incidentes por parte de los agresores.
- Depresión. Esta es una de las consecuencias más graves que puede sufrir la persona acosada. Se considera una enfermedad clínica, no un estado de ánimo. Las ideas suicidas son frecuentes en este tipo de enfermedad, por eso supone una enfermedad grave.
En una cuestión de salud laboral la empresa está obligada a intervenir
Es precisamente el área de prevención en riesgos laborales la que se ha centrado en los últimos tiempos en estudiar a fondo el fenómeno del ATP o acoso psicológico en el trabajo. Su intención es determinar cómo afecta a la salud de las personas trabajadoras y de qué manera se puede atajar. En este sentido, se han elaborado numerosos protocolos de actuación ante este tipo de casos.
Existe normativa que obliga a las empresas a tomar partido en este tipo de situación, como el artículo 4 del Estatuto de los Trabajadores, la Ley de Protección de Riesgos Laborales y la Ley sobre Infracciones y Sanciones en el Orden Social. Por tanto, si se tiene la intención de actuar frente al mobbing denunciándolo, es recomendable y hasta necesario poner en conocimiento a la empresa de que se está produciendo esta situación.
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