Tendemos a pensar que las causas de que un superior tenga un comportamiento negativo con un empleado están directamente relacionadas con que este no sea eficiente. Pero que recibas este trato no quiere decir que seas un mal trabajador. Expertos en psicología del trabajo nos dan las claves para descifrar las razones de estos comportamientos en el mundo laboral.
El acoso laboral o ‘mobbing’ es a menudo más común de lo que creemos; probablemente alguien de nuestro entorno lo haya sufrido o lo esté sufriendo en el momento, incluso aunque no nos hayamos dado cuenta. También es posible que lo hayamos sufrido nosotros mismos pero hayamos tratado de darle otro tipo de explicación, dado que, ya sea por desconocimiento o por no querer darle un cariz tan grave, el acoso laboral es, en ocasiones, difícil de identificar.
Mª Esperanza Hernández Serradilla, psicóloga experta en acoso laboral y presidenta de la asociación ACAL (Acción Contra el Acoso Laboral), nos habla de las múltiples formas de acoso (tantas prácticamente como personas diferentes encontramos) y la manera de identificar cuándo definitivamente nosotros no somos el problema.
"Los jefes que ejercen el acoso laboral son perfectamente conscientes de lo que están haciendo"
¿Crees que eres un buen trabajador pero tu jefe sigue presionándote? Es posible si vives esta situación que dudes entonces de tu eficiencia en el trabajo, incluso cuando los resultados estén de tu parte. Y es que ni el mal rendimiento de trabajo conduce necesariamente al ‘mobbing’ ni es solo en este caso cuando tu jefe puede volverse contra ti.
Personas que no soportan el éxito ajeno
Las razones que pueden llevar a un jefe a humillar de la manera que sea a un subordinado que realmente es eficiente en su trabajo pueden derivar del miedoa que le roben el puesto de trabajo. Parece algo propio de una película, pero solo con mirar alrededor nos daremos cuenta de que es más común de lo que parece: un superior que percibe que su empleado no solo no es malo, sino que hace su trabajo muy bien, incluso llegando a ser mejor que él mismo, puede, llevado bien por envidia, bien por rivalidad o bien por temor a que le sustituyan poner todos los medios a su alcance para anular al empleado. En cualquier caso, Hernández Serradilla incide en el hecho de que pese a que estos motivos puedan parecer de algún modo pasionales o poco racionales “los jefes que ejercen el acoso laboral son perfectamente conscientes de lo que están haciendo. Otra cosa es si desde el punto de vista moral llegan o no a plantearse si sus actos están bien, pero saben perfectamente que están hostigando a la otra persona”.
Sherry Moss, profesora del Wake Forest University School of Business en un artículo publicado en ‘Harvard Business Review’, coincide con estas razones. Sí que hace hincapié en que puede darse el caso de que un superior trate mal al empleado por falta de rendimiento, pero se fija en muchas formas posibles de "agresiones no físicas, como ridiculizar a los empleados, enfrentarlos entre ellos o acusarles de incompetencia". Pero también resalta que es más común de lo que parece “que humillen a un trabajador exitoso porque crean que puede reemplazar su lugar en la jerarquía de la empresa”. Según ella, es sobre todo en las empresas de alto rendimiento donde más se producen este tipo de comportamientos, donde existe la lógica de "perro come a perro", afirma.
¿Hay gente propensa a ser “acosable”?
En sus más de 3.500 experiencias en casos de acoso laboral, la psicóloga Hernández Serradilla explica como, en contra de la imagen típica que podamos tener en mente, no hay un perfil típico que defina o que predisponga a un trabajador a sufrir abusos de su jefe. “No tienen unos rasgos distintivos en el carácter, no es cuestión de personalidad, sino de la dinámica que se genera y en la que entran. Es un error estigmatizar al empleado, como si tuviera unos rasgos de personalidad propensos para el acoso laboral”, explica.
El cuadro del jefe que, abusando de su poder, se ceba con sus empleados, ocurre en absolutamente todos los trabajos; desde empleos no cualificados hasta altos cargos ejecutivos.
“¿Estoy trabajando mal?”; “Quizá le caiga mal al jefe”; “¿Debería trabajar más para agradarle?” Estas son algunas de las preguntas que probablemente todos nos hayamos hecho cuando nos ha ido mal durante una temporada en el trabajo. Sin embargo, no encontraremos la solución en las respuestas y ni siquiera son las preguntas adecuadas.
"Hay casos en los que se hace la vida imposible al empleado para forzarle a que abandone el trabajo y no tener que pagar los costes del despido"
Desde ACAL afirman que las razones son tan abiertas como casos se presentan. Puede, en efecto, deberse a cierto tipo de diferencias personales mal gestionadas, pero también puede ser que el jefe tenga una visión incorrecta de cómo ejercer la autoridad, resultando un ejercicio abusivo. Pero los casos que ocurren con más frecuencia en este país atienden a motivos mucho más racionales: “Hay bastantes casos en los que se hace la vida imposible al empleado para forzarle a que abandone el trabajo y que la empresa no tenga que pagar los costes del despido, mucho más si son trabajadores antiguos, donde este coste es alto”, afirma Mª Esperanza Hernández Serradilla, que además añade: “Yo me he encontrado muchos casos de ‘mobbing’ a mujeres que han pedido la conciliación por razones de maternidad”, poniendo de manifiesto además las dificultades extra que atraviesan las mujeres en el entorno laboral, donde en algunas ocasiones el hecho de tener hijos sigue viéndose como un obstáculo lícito para excluir del mundo laboral a la mujer.
Identificar y parar el ‘mobbing’
Aunque hay múltiples formas de hostigar a un empleado, hay una serie de pautas que se pueden fácilmente identificar con el perfil del ‘mobbing’. Entre ellas se encuentra el aislamiento del trabajador a todos los niveles, tanto social como físicamente, pudiendo apartarle de la oficina u “obligando” a sus compañeros a no relacionarse con él. También se le puede negar el material de trabajo, o sobrecargarle de tareas. Más identificable es la agresión directa por parte del superior, ya sea física o psicológica, mediante insultos o falsas acusaciones, por ejemplo.
A menudo no se le da la importancia que requiere al acoso laboral, pero el efecto en las personas que lo sufren, tal y como afirman desde ACAL “es devastador psicológica y laboralmente. El trabajador entra en una dinámica mental distorsionada, con unos niveles de estrés y presión que hacen que el rendimiento del empleado baje”. Pero, por desgracia, no solo se desajusta su entorno laboral. Los problemas en el trabajo a menudo “se sacan de la oficina”, por lo que en estos casos todo el entorno del acosado se ve afectado. “Todo el entorno reacciona, aunque sea guardando un silencio cómplice. Incluso es común que tenga consecuencias si se tienen hijos. Las personas afectadas por esta situación durante largo tiempo pueden volverse agresivos y tener comportamientos con sus hijos que antes no tenían”.
Sherry Moss recomienda, cuando se sospecha que la competitividadpuede ser la razón de que nuestro jefe nos humille “no encararse con ellos", ya que eso no servirá de nada. No olvidemos que ellos siempre pueden apelar a su posición privilegiada respecto a la tuya para exigir respeto y sumisión. Al contrario, recomienda apartarse de su camino, y "compartir el escenario, sin miedo a reconocer los éxitos del propio jefe, tanto en público como en privado, para que deje de percibirnos como una amenaza".
Las empresas deben prever mecanismos para evitar la competitividad exacerbada o el abuso de poder
Otra estrategia que recomienda Moss es proporcionar una buena información y orientación 'antimobbing' a las propias empresas, para que ellas también se ocupen de detectar y desincentivar estos comportamientos, y establezcan dentro de sus políticas de empresa mecanismos para evitar la competitividad exacerbada o el abuso de poder.
No es fácil identificar esta situación cuando le está ocurriendo a uno mismo, y menos comenzar a moverse y poner los medios para ponerle freno, pero desde ACAL recomiendan emprender enseguida acciones legales “si no denunciando, sí recurriendo a un abogado que les asesore sobre cómo llegar a un acuerdo de conciliación con la empresa. Pero es seguro que tras una situación así y para salir de ella el empleado tendrá que hacer importantes concesiones a todos los niveles”.
Cuando se sospecha que esta puede ser la razón la profesora recomienda “no encararse con ellos, sino apartarse de su camino e incluso reconocer sus éxitos para que dejen de percibirnos como una amenaza”.
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