viernes, 13 de octubre de 2017

Días frenéticos en la sede española de Lidl en Barcelona entre amenazas de boicot.

Los supermercados alemanes dijeron la semana pasada que no se moverían de Cataluña mientras no hubiera cambios en la situación jurídica.

La sede española de Lidl en Montcada i Reixac (Barcelona) es durante los últimos días una olla a presión. La inminencia de la proclamación de independencia catalana coloca en una situación muy complicada a una compañía que se ha convertido en el quinto distribuidor de alimentación de España y que, después de muchos años tanteando el terreno con prudencia, decidió hace menos de un lustro ir a por todas en el país con inversiones de cientos de millones cada año coordinadas desde Barcelona.

Cada tuit de Lidl promocionando sus productos y cada comentario en Facebook es respondido con la misma cantinela: "¿Van ustedes a abandonar Cataluña?". "No compraré más en sus tiendas mientras no salgan de Cataluña". Los boicots inverosímiles hace apenas unas semanas se han convertido en realidad y y la empresa alemana, tercera multinacional de la región por facturación tras Volkswagen y Seat, no se ha pronunciado con la suficiente contundencia según la interpretación de muchos consumidores, como sí hicieron los fabricantes de automóviles alemanes a través de su patronal BPI, a la que están adscritos, y que recordó al independentismo que su presencia en Cataluña depende que siga siendo parte de España.

Fuentes oficiales de la compañía rechazan pronunciarse de ningún modo aunque la tensión que se está viviendo y los malos momentos es palpable. Los alemanes tienen un nuevo director general desde el pasado 22 de septiembre, Claus Grande, para quien el problema no es nuevo ya que tiene experiencia de muchos años en Lidl España, como director de ventas desde 2001.

La semana pasada el statement oficial de la compañía decía esto: "como empresa permanecemos atentos a la evolución socio-política de todos los países en los que estamos. No obstante, estamos enfocados en el desarrollo de nuestra estrategia comercial, que no está vinculada a ninguna coyuntura política. Respecto a la hipotética independencia de Cataluña, Lidl no se plantea ningún cambio mientras no se modifique el actual ordenamiento jurídico. Si eso se produjera, tomaríamos las medidas necesarias para garantizar el desarrollo de nuestro negocio en Cataluña y España, respetando el marco legal que quede establecido".

El comunicado ha sido excesivamente ambiguo para muchos clientes que no están satisfechos con esta postura de los supermercados alemanes e inquieren a la compañía tanto en Twitter como en Facebook, donde muchos de sus mensajes se ven envueltos en un innecesario ruido político.

La compañía factura aproximadamente un 10% de sus 3.500 millones de euros que vende en España con productos de origen catalán. Cuenta con directivos y personal de todo el país, aunque siempre ha estado muy ligada al territorio catalán, donde abrió su primera tienda (Lleida) en 1994. Según su web, en la actualidad posee "una estructura de más de 530 tiendas, ocho plataformas logísticas (Valencia, Vitoria, Sevilla, Madrid, Barcelona, A Coruña, Málaga y Tenerife) y un equipo humano integrado por más de 9.500 profesionales. Cada semana, más de 2,8 millones de clientes depositan su confianza en las tiendas que LIDL tiene repartidas por todo el territorio español", concluye la web.

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